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La fugacidad del tiempo

11 febrero, 2015

Esta mañana, estaba guardando unas fotos en un disco duro externo y mira tú por donde, he encontrado en ese mismo disco una viejísima película hecha el día de mi Primera Comunión por uno de mis  hermanos.

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La película original, grabada en  Súper 8, fue convertida de formato, hace muchos años, por uno de mis mayores. Una de mis cuñadas le puso títulos y música y por eso yo tengo la copia y la he podido ver en el ordenador…

La película tiene muy mala calidad, y no ha soportado bien ni el paso del tiempo ni las conversiones para su conservación, pero sigue manteniendo intacto su valor emocional  como recordatorio.

Falta ya tanta gente que estaba en esa cinta… Somos tan jóvenes todos los que aparecemos en ella… Y tan ignorantes de todo lo que el futuro, que hoy ya es pasado, nos iba a procurar…

Hice la Comunión por primera vez con ocho años recién cumplidos con mi hermana menor, que tenía seis y medio, junto a los compañeros del colegio.

Fue un día de celebración y alegría, supongo. Pero yo lo recuerdo más por las imágenes recién vistas que por mi memoria,  la verdad. Si tengo algún flash puntual de ese día,  y algún otro que se aviva al ver las imágenes grabadas, pero poco más… Ha pasado tanto tiempo…

La contemplación me ha llevado directa a reflexiones  “atroces” sobre la fugacidad del tiempo, y  también a constatar cosas en las que antes no había reparado…

La memoria humana es muy curiosa. Todos sabemos que es selectiva y protectora. Solemos recordar las cosas agradables y con el tiempo tendemos a ir borrando los recuerdos tristes, dolorosos o amargos… El ser humano está genéticamente “programado” para la supervivencia y para que esta suceda de la mejor manera posible y nos procure un mayor grado de satisfacción e incluso de felicidad es importante que se nos vayan borrando “las penas” de nuestro particular “disco duro” interno…

Nunca lo había pensado, la verdad, pero acabo de decidir que prefiero las fotos a las películas para recordar. Me parecen menos dañinas.

En una peli capturas una realidad más completa. Recoges a más personas y por lo tanto al pasar el tiempo vas a ser consciente de la cantidad de gente que ya no está de una forma más ¿abrumadora?  No sé si está bien elegida la palabra,  pero es la que mejor refleja la sensación que he tenido esta mañana.

Bien es cierto que una película te permite sacar muchas más conclusiones que la mera contemplación de imágenes fijas. Por eliminación puedes saber quién hizo de operador de cámara la mayor parte del tiempo, quién era objeto de su interés mayoritario al tomar las imágenes y quién era olímpicamente ignorado por su objetivo…

Las razones de todo esto, ya serían un capítulo aparte y se basarían en razonamientos y conclusiones discutibles, pero interesantes, en cualquier caso…

Lo más llamativo ha sido la falta de mucha familia y amigos que, a día de hoy, ya  no están con nosotros. Por eso lo de “las penas” de que hablaba antes.

Aunque no están entre nosotros, verles en plenitud y con ademanes felices te sume, al menos a mí, en una sensación entre desconcertante y desasosegadora.

No me gustaría nada tener a gente famosa en la familia. El verlos con el paso del tiempo de forma constante y sin avisar tan lozanos y por sorpresa me dejaría un regusto de estupor descontrolado que me haría sentir vulnerable y pesarosa a la vez…

Digo lo de gente famosa por los “ataques” constantes de los medios de comunicación recordando a la gente conocida en aniversarios, festejos o conmemoraciones puntuales… Es un homenaje, lo sé. Pero para la familia debe ser una “tortura”…

Que rápido ha pasado el tiempo. Y que insignificantes somos…

Y que grandes a la vez.

Pensándolo bien estábamos hasta guapos… pero ya ninguno somos los mismos. Somos más sabios, eso es verdad, pero también somos menos y eso, puntúa el doble. Y además, como sabemos más, somos un poquito menos felices.

Que curiosa es la vida.

*La foto que ilustra la entrada pertenece al blog Comunión Trendy by Carolina Simó

From → Literatura

3 comentarios
  1. Marita permalink

    qué bueno Blanca, qué recuerdos! aunque como tu bien dices es dañino las fotos son más dulces.
    echaba de menos tus entradas.

  2. ¡Que gran articulista desaprovechada! escribes mejor que Maruja Torres y nadie te paga,

  3. Ana María permalink

    Tu artículo muy bello, como casi siempre, y al reflexionar sobre todos los que nos han dejado durante el tiempo que ha pasado y que te hace sentir a veces la soledad, me ha venido a la mente aquel pensamiento: «el camino hacia la cima es como la marcha hacia uno mismo, una ruta en solitario», ¿estaremos en el camino?

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